miércoles, 3 de marzo de 2010

Imágen de la Justicia. Primera parte: Mujer con Balanza

Salvo los honrosos casos como el de Durero y Picasso, en los que la justicia es representada por un varón (más bien el sol de justicia), después de trece siglos de imágenes la justicia es siempre una mujer. Tal vez esto se deba a que la justicia era concebida como una virtud y la virtud si bien puede derivar de la raíz vir varón, es más “instintivo” imaginarla como mujer(1).

Así desde la imagen egipcia de Maat, pasando por Themis y Dike, hasta nuestra cultura prehispánica en la Cihuacoatl. Virgen o matrona, la justicia es una dama con una balanza en la mano, principalmente, después los atributos de los que se hace acompañar pueden variar, como lo es el que se le coloque una espada que puede representar el uso oficial de la fuerza o el castigo legítimo que es implica procurar jusiticia.

Por lo que se refiere a la balanza como objeto de medición, ésta se entiende en la antigüedad operada por los hombres y no por los dioses de modo que es un artificio, es decir producto humano que puede ser o estar alterado (mala hechura, mala calibración, etc.) la balanza de dos platos daría lugar a pensar que el juez no sólo mide sino también media como lo menciona Ana Messuti:

La balanza que se representa es la balanza griega, no la romana. ¿Por qué predomina en la imagen de la justicia la balanza griega, de dos platillos, y no la romana que tiene uno solo y una pesa invariable que se desplaza sobre un eje horizontal? Una explicación sería que no se trata de poner en relación un objeto con un peso determinado, sino de establecer una equivalencia entre dos objetos, o bien, la superioridad de uno frente al otro, partiendo del supuesto de que ambos son de la misma naturaleza.
(…)
Similar relación entre la medida y la función del juez como ‘mediador’, también en el sentido de ‘medidor’…la analogía entre la operación de este juez que ‘mide’ y la de la justicia que ‘pesa’ es clara(2).


Aunque esta autora atribuya este concepto al pensamiento griego, en realidad patrimonio universal de diversas culturas de la antigüedad en la que el juicio final era siempre realizado por los dioses a través de una balanza(3), es interesante observar como podrían obtenerse dos explicaciones a partir de la alegoría de la balanza: medir y mediar, que bien podrían ser complementarias, pero curiosamente a lo largo de la historia de las ideas, segmentada y más cargada a la idea de medir(4). De cualquier forma vemos ya diseñado uno de los elementos fundamentales de la idea occidental del juzgar, el equilibrio, que deriva del hecho de pesar dos objetos de naturaleza temporal o uno de ellos de naturaleza presumiblemente intemporal.


Notas
(1)UTANDE IGUALADA, Manuel, “Justicia, derecho, arte”, en Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, 1er. Semestre, 1995, número 80, pp. 262-294, p. 268 “el género femenino del vocablo y la plasticidad del tratamiento de la figura hacen también más apropiada y asequible de modo instintivo la imagen de la mujer como representación de la virtud.” versión digital
(2)MESSUTI, Ana “Deconstruyendo la imagen de la justicia” en Derecho penal, temas especiales, derechos humanos, Université de Fribourg, 2008 versión digital
(3)En la Biblia aparece la balanza relacionada a los Caldeos y a un hecho de interpretación de unas palabras que mágicamente aparecieron en una de las paredes del palacio del rey Belsasar que significaban “MENE: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin. 27 TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto”(Daniel 5, 28). En el Corán aparece reflejado este uso de la balanza. La sura 21, de Alanbia o de los Profetas, aleya 47, dice: “E instalaremos las balanzas justicieras para el día del juicio final. Nadie será defraudado en lo más mínimo, aunque fuere en el peso de un grano de mostaza lo tendremos en cuenta. Nos bastamos por computadores.”; según Homero la balanza de oro en manos de Zeus.
(4)Cfr. Libra: la bilancia nei codici estensi / immagini e modelli di strumenti di pesatura annotati da Ernesto Milano e Giulia Luppi, Il Mulino, Modena, 1991.

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